lunes, 7 de diciembre de 2009

Ante el cambio climático: respetar las leyes de Dios sobre lo creado


Escrito por Jesús de las Heras Muela - Director de Ecclesia y Ecclesia Digital   
domingo, 06 de diciembre de 2009
Lo que opina la Iglesia sobre el cambio climático y la salvaguarda de lo creado ante la Cumbre de Copenhague: Estilo de vida sobrios y solidarios, respetar la ley de Dios y redescubrir la dimensión moral de la vida humana.

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El domingo 6 de diciembre, ante la conferencia internacional de la ONU en Copenhague sobre el cambio climático, el Papa Benedicto XVI ha afirmado: “La salvaguardia de lo creado postula la adopción de estilos de vida sobrios y responsables, sobre todo hacia los pobres y las generaciones futuras. Bajo esta perspectiva, para garantizar el pleno éxito de la conferencia, invito a todas las personas de buena voluntad a respetar las leyes establecidas por Dios en la naturaleza y a redescubrir la dimensión moral de la vida humana”.

La creación, el medio ambiente, la ecología son temas a los que la Iglesia mira con especial afecto y compromiso. La naturaleza nos muestra la belleza del Dios Creador, quien ha dejado su firma, su huella en lo creado. Las maravillas de la creación, hermosísimo e irrefutable testimonio y prueba de la existencia de Dios y a su vez, ámbito y trampolín aptísimos para llegar hasta El, nos recuerdan además la necesidad de proteger y administrar responsablemente de los bienes de la tierra, el primero de los cuales es el hombre, creado por Dios a su imagen y semejanza.


 Cinco mandamientos de la ecología en cristiano


 1.- Por esto, la primera actitud cristiana y humana ante la creación es ver en ella el rastro y el rostro del Creador. No somos producto del azar o de la materia, sino de la voluntad amorosa y creadora de Dios, del Dios de los cristianos.


 2.- En segundo lugar, la verdadera ecología, al reconocer el poder creador de Dios, jamás debe endiosar a la naturaleza, hacer de ella una nueva y falsa religión. Debemos amar, cuidad, respetar y proteger la creación, pero jamás divinizarla.

 3.- Y es que –en tercer lugar- la persona, el ser humano, son el centro de lo creado, la cumbre de la creación de Dios. De ahí, que compromiso ecológico inexcusable sea el cuidado del medio ambiente humano, que se ve herido y hasta aniquilado por el abuso de alcohol y de drogas, por la exaltación de la violencia y la degradación sexual, por la pobreza, por la injusticia social, por el aborto y los demás atentados contra la vida.

 4.- En cuarto lugar, nuestra adecuada y fecunda relación con la naturaleza se ha de establecer en términos de hermandad, de fraternidad, como sentía y escribía San Francisco de Asís en su bellísimo “Canto de las criaturas”, que luego retomaré.

 5.- De este modo además la ecología cristiana añade como precepto también fundamental el uso y el disfrute racional, razonable, responsable, justo, solidario y sostenible de la naturaleza. No somos dueños de ella, ni enloquecidos y ávidos consumidores. La naturaleza es un bien de todos y para todos, que obliga moralmente a compartirla y a servir sus recursos a todos, especialmente a quienes carecen de algunos de ellos.

 Así, pues, ojalá que sepamos vivir nuestra relación con la creación con los sentimientos y con la plegaria de alabanza de San Francisco de Asís: “Loado, seas mi Señor, por toda criatura… Por el hermano hombre, por el hermano sol, la hermana luna, la hermana, el hermano fuego, la hermana madre de tierra y hasta la hermana muerte… Loados seas mi, Señor. Servidle con ternura y humilde corazón, agradeced sus dones, cantad su creación, las criaturas todas load a mi Señor”. 


 Jesús de las Heras Muela